DOI: http://dx.doi.org/10.24901/rehs.v39i155.432
Bertha Dimas Huacuz y Grupo Tsinajpiriicha. Sïpiaata tsinajpekua. Plantas y prácticas medicinales de los p’urhépecha / Sïpiaata ka tsinajpekua p’urhepecheeri. Morelia: Secretaría de Cultura, PACMyC, Dirección General de Culturas Populares-Unidad Regional Michoacán, 2018, 149 p. ISBN en trámite.
Sue Meneses Eternod
Escuela Nacional de Estudios Superiores, Morelia-Universidad Nacional Autónoma de México, suemeneseslike@gmail.com
Este libro, elaborado por Bertha Dimas y el Grupo Tsinap’iriicha -al cual pertenecen los médicos Josefina Chávez, Jorge Cira, Adelaida Cucué, Eva de la Cruz, Nicolasa Isidro, Rosa Orta, Luz María Rico, Guillermina Sánchez, María Virginia Santiago, Guadalupe Sebastián y Eulalia Toral, procedentes de distintas regiones p'urhépecha- significa, por un lado, una apuesta por el conocimiento y el reconocimiento de los saberes de sus comunidades, en su propio idioma y bajo sus propios marcos culturales, pero también una apuesta por el diálogo intercultural.
Escrito en versión bilingüe -lo que en sí mismo abona a este diálogo entre culturas-, este libro presenta valiosa información sobre cuarenta plantas medicinales, resultado de un conocimiento que se ha logrado tras años de observación e interacción con el medio. Cada una de las plantas es presentada con su nombre científico, un resumen de sus usos, sus características morfológicas, los espacios físicos en donde comúnmente se encuentran, sus partes útiles, además de su preparación, su modo de empleo y sus contraindicaciones. En la versión en p'urhépecha esto se traduce en un rico corpus que no sólo se limita a dar el nombre de la planta en este idioma -como pasa en muchos artículos científicos-, sino a ofrecernos un rico vocabulario sobre nombres de enfermedades, padecimientos, síntomas, así como finas descripciones de las características de las plantas en donde se ponen en juego una serie de recursos expresivos del idioma. En este sentido es más que plausible el gran esfuerzo puesto en el proceso de selección y sistematización tanto en la versión en español como en su traducción al p'urhépecha. En primer lugar, porque, como comenta la doctora Bertha Dimas en la introducción del libro, en la elaboración de este compendio hubo un cuidadoso proceso de selección entre la gran variedad de plantas que constituyen este conocimiento. Así, por ejemplo, uno de los criterios empleados, comentados por la doctora en una de las presentaciones del libro, fue que se tratara de plantas que no estuvieran en peligro de extinción o, incluso, se decidió no incluir plantas cuya parte útil fuera la raíz por el riesgo que esto implicaba para su supervivencia. En este sentido es importante resaltar, como lo ha hecho la doctora Dimas, que las plantas son, para estos médicos, un apreciado bien común, al que deben respeto, consideración y cuidado. En segundo lugar, porque si bien existe un conjunto de conocimientos compartido en torno al nombre, uso y manejo de las plantas, cada médico ha acumulado una serie de conocimientos a partir de su propia formación y de su propia práctica médica, por lo que la sistematización de este material ha implicado el diálogo y el acuerdo entre el conjunto de médicos que han participado en éste. Finalmente, también habría que subrayar la labor de los traductores -Néstor Dimas Huacuz y Santiago Zavala Ramos- por normalizar la escritura y la variación presente en el habla de los médicos participantes, y por su esfuerzo para abordar, con un lenguaje especializado, este conocimiento, ambos aspectos que en el caso del p'urhépecha implican una profunda reflexión lingüística.
Más allá del hecho de estar escrito en versión bilingüe, este libro representa un diálogo entre dos tradiciones: por un lado el conocimiento tradicional vertido en una tradición discursiva que no pertenece a su ámbito de difusión tradicional: la del libro y, por otro, el diálogo entre sistemas de conocimiento, así, por ejemplo, conviven nombres de enfermedades como afecciones renales, diabetes, cirrosis, hepatitis ictérica, cálculos, asma, herpes, colitis, bronquitis, con otras como el mal de aire, empacho, limpias, baño en caso de niños chipiles, frialdad después del parto, susto, etcétera. En este sentido, es importante no perder de vista que el uso terapéutico de las plantas forma parte de un sistema cultural asociado a rituales, mitos, creencias y otras prácticas cotidianas dentro de la comunidad, del que el conocimiento de las plantas sólo es una parte.
El conocimiento sobre el uso de este recurso es, además, una constancia de la diversidad y lo es porque está conformado de prácticas diversas y porque responde a espacios bioculturales diversos. La correlación que parece existir entre diversidad cultural y diversidad biológica no es casualidad, cada vez hay más evidencia de que existe una coevolución entre el ser humano y el medio, de tal suerte que la diversidad cultural, a través del manejo del medio, promueve la biodiversidad y viceversa. Así, el uso y manejo que hacen los médicos de los recursos terapéuticos constituye un ingrediente importante para la salvaguarda de una parte de esta diversidad biocultural. Desgraciadamente, como también ha comentado la doctora, el deterioro ambiental actual es uno de los factores que pone en riesgo este patrimonio.
El presente libro, por otra parte, es sólo uno de los productos de un proyecto mucho más amplio que lleva a cabo este colectivo de médicos tradicionales y que tiene como principal objetivo el reconocimiento y el ejercicio del derecho a mantener y cultivar sus propios sistemas cognitivos. En este sentido, quisiera resaltar tres líneas de acción a las que este colectivo -y en consecuencia, el libro- busca contribuir: 1) el reconocimiento sobre la importancia de la medicina tradicional como una práctica social y culturalmente pertinente, los practicantes de esta medicina son conocidos por su nombre y especialidad por la gente del pueblo, hacen uso de los recursos que ofrece el entorno favoreciendo su conservación, se sustenta en una serie de valores sociales y culturales compartidos y, como tal, responde a las necesidades de bienestar social e individual, corporal y espiritual, a lo largo de las etapas de la vida de las personas; en este sentido, estas prácticas significan una respuesta de los pueblos ahí donde los sistemas de salud pública son insuficientes y poco pertinentes; 2) la necesidad del reconocimiento pleno, a través de políticas públicas concretas, no sólo al recurso terapéutico, en este caso las plantas, sino a la labor de los médicos tradicionales; así como el reconocimiento de estas prácticas como formas alternativas y complementarias en los programas de salud pública que ofrece el Estado; 3) la importancia de la transmisión de este conocimiento. Sobre este punto es importante resaltar la conformación de redes de médicos como la que representa este proyecto en las que se discute, se revisa, se socializa y se renueva la medicina tradicional, no como una práctica del pasado sino como una práctica viva, que se plantea nuevas vías de conocimiento y transmisión. Pero, por otra parte, libros como éste, escritos en el propio idioma, podrían convertirse en materiales que -junto con el fortalecimiento de aquellos espacios que aseguren la transmisión de estos saberes por las vías tradicionales- coadyuven a la transmisión y validación de este conocimiento en el sistema de educación formal en donde es necesario que las prácticas culturales permeen el proceso de aprendizaje a partir del propio idioma, también para que la comunidad cree conciencia de su propia riqueza de saberes.
La publicación de este tipo de materiales, por otro lado, también nos lleva a reflexionar sobre la cuestión de las consecuencias bioéticas, y en particular del robo intelectual, al que puede estar expuesto este conocimiento. En este sentido, quizá valga la pena pensar, como lo han hecho algunos escritores de literatura en idiomas originarios, sobre la posibilidad de publicar materiales en versiones monolingües que fortalezcan el uso del idioma en nuevos espacios y que mantengan este conocimiento al interior de la comunidad hablante. El reto en todo caso está en la creación de públicos lectores, pues, en las condiciones actuales, pocas son las personas alfabetizadas en el idioma.
En resumen, como podemos ver, idioma, conocimiento, medio ambiente y educación (transmisión) requieren una visión de conjunto: las acciones en un ámbito influyen sobre los otros.
Respecto a esta publicación baste decir que al final se ofrece un prontuario de las plantas descritas para que el lector pueda identificar fácilmente las que tiene en su entorno. Abonando en este sentido, también sería importante pensar en hacer una edición que contenga un registro fotográfico de las plantas, algo que se extraña en la publicación.
En fin, en un mundo donde el patrimonio y la diversidad biológica, cultural y lingüística se ven profundamente amenazados, esfuerzos como éste, me parece, constituyen pequeños pero significativos actos de resistencia y una afirmación del derecho a la existencia.