DOI: https://doi.org/10.24901/rehs.v38i151.264

W. George Lovell, Christopher H. Lutz y Wendy Kramer. Atemorizar la tierra: Pedro de Alvarado y la conquista de Guatemala, 1520-1541. Guatemala: FyG Editores, 2016, 224 p. ISBN 978-9929-700-18-5


Diego Vásquez Monterroso

Instituto de investigación y proyección sobre dinámicas globales y territoriales- Universidad Rafael Landívar, jdvasquez@url.edu.gt


De un tiempo para acá existe toda una escuela revisionista en torno a la invasión europea al actual territorio de Guatemala y los primeros años de los españoles en el área (1524-1548). Atemorizar la tierra es un libro que se inserta dentro de dicha tendencia, refrescando el análisis sobre el trascendental momento entre 1520 y 1541, además de proveer avances sobre los Libros de Cabildo de Santiago de Guatemala, particularmente el Segundo y el Tercero, que fueron encontrados en la Hispanic Society of America en Nueva York, en 2011, después de más de un siglo perdidos. Éstos cubren el poco conocido periodo entre 1530 y 1541, es decir, entre la “rendición” de Kaji’ Imox y B’eleje’ K’at (gobernantes kaqchikel) en 1530 y la destrucción de Santiago de Guatemala por un alud del volcán de Agua en septiembre de 1541. Estos documentos, que todavía se encuentran en proceso de transcripción y análisis, serán fundamentales para comprender lo que se ha dado en llamar “Segunda Rebelión Kaqchikel”. Atemorizar la tierra está dividido en tres capítulos, “Avance y retirada” (pp. 25-79), “Alianza y rebelión” (pp. 80-136), y “Regreso y rendición” (pp. 137-160). Además incluye viñetas del Lienzo de Tlaxcala de 1582 sobre la invasión española a Guatemala y El Salvador, y una cronología sobre los principales eventos presentados. Las profesiones de los autores (dos geógrafos y un historiador) apuntalan matices e interpretaciones que muchas veces escapan de los análisis más especializados.

El libro, según sus autores, es una traducción y actualización de la primera parte de Strange Lands and Different Peoples,1 que fue presentado junto al fallecido William Swezey en 2013. Atemorizar la tierra deja de lado las partes segunda, tercera y cuarta del libro de 2013 que tratan sobre los procesos de colonización, el trabajo y el tributo, y los procesos de resistencia de los pueblos mayas, y se centra en la figura de Pedro de Alvarado y su enfrentamiento con los kaqchikel de Iximche’ como argumento que hila todo el documento. Los autores pretenden (p. 15) que este libro sea un aporte más en la cada vez más amplia documentación sobre el papel central de los pueblos indígenas en el proceso de invasión y colonización europea en el siglo XVI, cuestionando el papel pasivo con el que generalmente se les ha visto. Atemorizar la tierra es un escrito ameno, ensayístico incluso, para un público amplio y no necesariamente académico, que introduce cuestionamientos como una forma de hacer reflexionar al lector más allá del contexto que se describe. Las explicaciones, eso sí, están fundamentadas en una amplia bibliografía especializada.

Las fuentes, en general, son las primarias, es decir, los documentos producidos por los españoles y los indígenas en el siglo XVI, con algunas posteriores (como Ximénez, Fuentes y Guzmán, Vázquez y Remesal), además, en un ejercicio de ética profesional que pocas veces tiene oportunidad de ver el público en general, muestran las convergencias y contrastes entre autores que han traducido y analizado las fuentes, especialmente, las indígenas. En algunos momentos del documento se muestran ecuánimes con los distintos autores y pasan por alto las críticas que se han hecho a trabajos de Simón Otzoy o Adrián Recinos (a quien matizan en otros momentos) (pp. 98-99), quienes son los más citados para el Memorial de Sololá (pp. 71-72), o parecen desconocer que Jorge Luján se ha negado a incluir en igualdad de condiciones las fuentes indígenas sobre el periodo de la invasión.2

Otro elemento que Atemorizar la tierra no desarrolla es el relativo a la relación entre las prácticas de Alvarado y el contexto de impunidad extrema actual que, como indican los autores, es un tema que será tratado en el libro (pp. 18-19), pero no es abordado, al lector queda establecer la relación entre uno y otro. Este tema es importante -si se toma en cuenta el público meta del texto- dados los eventos de la llamada “Primavera Guatemalteca” de 2015 y sus posteriores consecuencias, en particular, lo relativo al cuestionamiento aún tímido de las jerarquías y los centros de poder dentro de la sociedad guatemalteca. La ausencia de dicha discusión, a pesar de que los mismos autores establecen el paralelismo, es un elemento que posiblemente deba de ser desarrollado en próximas ediciones. Igual sucede con las conclusiones generales del libro, prácticamente, inexistentes y que muestran un documento sin un cierre adecuado.

El resaltar las fuentes indígenas como legítimas para el estudio del primer momento de la invasión europea es uno de los aportes fundamentales de este libro. Los autores de Atemorizar la tierra son certeros y reconocen el papel fundamental de documentos como el Memorial de Sololá; Anales de los kaqchikeles; Crónica Xajil (depende del traductor)3 al explicar los primeros años, y de que a pesar de que ya se conocen los demás Libros de Cabildo la información en la Crónica sigue siendo más detallada en cuanto a fechas, contexto y subjetividad de los actores. Este último aspecto es importante porque es precisamente allí donde Lovell, Lutz y Kramer muestran los límites de sus propias disciplinas y la necesidad de incorporar la antropología (por ejemplo, histórica y lingüística) dentro de su análisis. Un análisis de fuentes más allá de las históricas y geográficas permite ver que los documentos indígenas son una muestra de la comunicación entre todos los pueblos mesoamericanos, relaciones que implícitamente se niegan en el texto (p. 52). Además está el hecho de que en muchos casos no se trata de documentos coloniales en sí, sino de copias coloniales de textos anteriores a la invasión, como ya lo ha demostrado para el caso de la Crónica Xajil el trabajo de Robert Hill,4 y que siguen una lógica histórica particular de “colapsar mito e historia” (p. 46) que, en el siglo XVI, no era muy diferente a la europea, pero que es presentada como si lo fuera respecto a las crónicas españolas del momento. Así, es común el relato de la Vírgen María o Santiago ayudando en la batalla a los españoles (desde los españoles), y la constante referencia a contraponer la “verdadera religión” (cuyas entidades permeaban la cotidianidad) a los “falsos dioses” de los pueblos originarios.5

A pesar de la intención de los autores por resaltar el papel central de los indígenas, las perspectivas indígenas de la historia son reducidas a patrones tradicionales de la historiografía occidental y de la narrativa sobre la “conquista”, desarrollada, primero, por los españoles y, después, por los liberales decimonónicos guatemaltecos.6 De este modo se deja de lado el hecho de que los kaqchikel diferencian claramente la lucha contra los españoles y sus aliados con la lucha que sostuvieron contra otros amaq’ (grupos amplios de parentesco, comercio y deidad diferenciados entre sí) de su propia sociedad. De este modo, en la lucha del día 11 Aj del año 1493 contra el amaq’ Tuquche’ se utiliza el término yujuj o “revuelta”, mientras en los combates contra los españoles se usa el término lab’al o “guerra”. Se trata de un matiz conceptual muy importante que muestra la diferencia entre el papel de subordinados de los Tuquche’ respecto a los gobernantes kaqchikel, en el primer caso, y el de igualdad y alianza (y no de subordinación), en el segundo. Así como en otras partes (pp. 71-72, 85), Lovell, Lutz y Kramer resaltan la precisión de los kaqchikel con los detalles históricos, es necesario tomar en serio (como apunta Eduardo Viveiros de Castro)7 la perspectiva histórica kaqchikel a nivel conceptual y cultural como una forma válida de interpretación histórica frente a las españolas y nacionalistas guatemaltecas que toman a los kaqchikel como “rebeldes” (por romper la alianza inicial con los europeos) y a su vez como “traidores” por faltar a una solidaridad étnica primigenia entre los pueblos mayas que, supuestamente, debió haber existido más allá de las diferencias culturales, históricas y políticas.

Atemorizar la tierra es, en conclusión, un libro provocador, escrito para un público amplio pero que a la vez está dispuesto a mostrar cómo se construye la narrativa histórica con todo y sus matices. Se echan de menos los aspectos ya mencionados relativos a la forma en que los pueblos indígenas construyen la historia de este periodo, y la carencia de fuentes no necesariamente históricas que explican de mejor forma algunas dinámicas de la forma de actuar de éstos, así como la ofrecida correlación con el presente guatemalteco. Sin embargo, en su compilación de varias voces -incluyendo algunas españoles que incluso defendían el actuar kaqchikel (p. 105, nota 37)- este libro es novedoso en tanto que está dirigido a un público poco conocedor de los matices históricos y culturales del siglo XVI, y seguramente ayudará a tener perspectivas más frescas y críticas sobre uno de los momentos fundamentales de la actual Guatemala en momentos donde dichas bases comienzan a ser cuestionadas seriamente.



Notas al pie:

1

George Lovell, Christopher Lutz, Wendy Kramer y William Swezey, “Strange Lands and Different Peoples”: Spaniards and Indians in Colonial Guatemala (Norman: University of Oklahoma Press, 2013).

2

Jorge Luján Muñoz, “Algunas comentarios sobre el Lienzo de Quauhquechollan y la conquista de Guatemala”, Revista de la Universidad del Valle de Guatemala (16) (noviembre 2007).

3

La más completa traducción y análisis de este documento es la de Judith Maxwell y Robert M. Hill II, Kaqchikel Chronicles: The Definitive Edition (Austin: University of Texas Press, 2006).

4

Robert M. Hill II, Pictograph to Alphabet and Back: Reconstructing the Pictographic Origins of the Xajil Chronicle (Filadelfia: American Philosophical Society, 2012).

5

Esta narrativa continúa a lo largo de todo el periodo colonial como un argumento totalmente válido dentro de la cultura española. Para Perú véase Juan Carlos Estenssoro Fuchs. Del paganismo a la santidad: la incorporación de los indios del Perú al catolicismo, 1532-1750 (Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos y Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003). Para la Nueva España y Guatemala están los libros de David Tavárez, The Invisible War: Indigenous Devotions, Discipline, and Dissent in Colonial México (Stanford: Stanford University Press, 2011) y Ruud van Akkeren, La visión indígena de la conquista (Antigua Guatemala: Centro de Investigaciones Regionales en Mesoamérica, 2007), entre otros.

6

Arturo Taracena Arriola, “La civilización maya y sus herederos. Un debate negacionista en la historiografía moderna guatemalteca”, Estudios de Cultura Maya, vol. 27 (2006).

7

Alejandro Fujigaki Lares, Isabel Martínez y Denisse Salazar González, “Llevar a serio… contra el infierno metafísico de la antropología. Entrevista con Eduardo Viveiros de Castro”, Anales de Antropología 48(2) (2014).