Pablo Vázquez Gestal. Una nueva majestad. Felipe V, Isabel de Farnesio y la identidad de la monarquía (1700-1729). Madrid: Fundación de Municipios Pablo de Olavide, Marcial Pons, 2013, 407 p., ISBN 978-84-92820-70-5
Francisco A. Eissa-Barroso
THE UNIVERSITY OF MANCHESTER, francisco.eissabarroso@manchester.ac.uk
En un texto reciente Christopher Storrs describió acertadamente la imagen tradicional de Felipe V, aún muy común en buena parte de la historiografía, como la de un monarca “inclinado a la depresión melancólica, y –quizá a causa de ello– como probablemente el monarca más sometido a sus mujeres [uxorious] de los últimos tiempos, dominado por sus dos esposas, María Luisa de Saboya y –sobre todo– Isabel de Farnesio”.1 Esta imagen un tanto deformada y caricaturizada del monarca ha ido normalmente acompañada de una descripción de la segunda mujer de Felipe V como una ambiciosa reina decidida a manipular y sacrificar los destinos de la monarquía en favor de sus propios intereses personales y dinásticos. En años recientes, sin embargo, una floreciente corriente revisionista –encarnada, por ejemplo, en la excelente biografía de Felipe V escrita por Henry Kamen–2 ha venido repensando el reinado y la biografía del primer monarca borbón de España.
El texto de Pablo Vázquez Gestal que reseñamos aquí –ganador del IV Premio de Ensayo Pablo de Olavide (2008)– se incluye precisamente dentro de esta tendencia y aporta una pieza más para entender la vida personal de Felipe V e Isabel de Farnesio así como el impacto que las actitudes y opiniones de la pareja real tuvieron en la cultura y dinámica políticas de la corte española del primer tercio del siglo XVIII. Una nueva majestad ofrece un detallado y sugerente análisis de la forma en la que el primer borbón entendió y decidió afrontar sus obligaciones públicas como monarca con importantes repercusiones sobre la forma en la que se ejercieron la autoridad y potestad reales antes y después de su matrimonio con Isabel de Farnesio. El libro logra con éxito situar la educación y formación tanto de Felipe V como de su segunda esposa dentro del contexto europeo de la época, ofreciendo una imagen de las inclinaciones y preferencias de los monarcas menos extravagante y atípica de lo que el grueso de la historiografía había venido sugiriendo desde el siglo XIX. El argumento central del libro es que tras la llegada de Felipe V al trono español se fue gestando un nuevo modelo cortesano adaptado a las necesidades propias del rey que difería, por lo mismo, tanto del que había estado vigente en la España de Carlos II como del prevaleciente en la Francia de Luis XIV.
De acuerdo con el autor, los tempranos intentos, auspiciados desde Versalles, por asegurar la majestad de Felipe V mediante un respeto aparente a las tradiciones y etiquetas españolas como antesala para la gradual introducción de un modelo cortesano de clara impronta francesa fracasaron a causa de la formación y actitud de Felipe V. El nuevo rey –cuya infancia y juventud, al igual que las de sus hermanos, se había caracterizado por “su marginación espacial en palacio y su aislamiento social en la corte” (p. 75)–, pronto se negó a sacrificar sus inclinaciones privadas –“una piedad sencilla e interior” (p. 74), una clara voluntad de no refrenar sus emociones ni sujetarlas a las reglas del decoro y de vivir sus afectos de forma íntima– al cumplimiento de las obligaciones públicas de la soberanía. Esta actitud, aunada a los repetidos episodios de incapacidad física causados por “los vapores melancólicos” del rey, desembocó en una “crisis de la majestad” que permitió a algunos personajes muy cercanos al rey, como la camarera mayor de la reina María Luisa de Saboya, la famosa princesa de los Ursinos, adquirir un papel sumamente protagónico en el ejercicio de la potestad real.
La llegada de Isabel de Farnesio y la expulsión de la poderosa camarera pusieron fin a esta dinámica, aunque esto no implicó ni la restauración del ejercicio de la tradicional etiqueta palatina española ni un cambio en las inclinaciones personales del rey. Por el contrario, la coincidencia entre las inclinaciones personales del rey y las de su nueva consorte dieron pie al surgimiento de un nuevo tipo de sociabilidad y entorno cortesanos moldeados según las necesidades y hábitos de ambos y distinguidos por cuatro características principales: una clara reducción en la influencia política de la alta nobleza –que venía dándose desde principios del reinado–; la privatización y domesticación del tiempo y espacio del rey –lograda mediante el abandono del ceremonial y las frecuentes estadías en los sitios reales fuera de Madrid–; un incremento en la importancia de la figura de la reina en la dinámica política del reino –resultado de la expresa voluntad del rey de compartir la carga del ejercicio y representación de la majestad–; y un debilitamiento de la función política de la corte en favor de estructuras administrativas o burocráticas –encabezadas por individuos que gozaban de la confianza directa y de una cercanía personal a los monarcas–. Este nuevo modelo cortesano, surgido durante el reinado de Felipe V, no fue un fenómeno pasajero, sino que influyó en la forma en que los hijos del primer borbón entendieron el ejercicio de la majestad y se reprodujo y consolidó durante los reinados de Fernando VI, en España, y Carlos III, primero en el Reino de las Dos Sicilias y luego también en la Península Ibérica.
En Una nueva majestad, Vázquez Gestal hace gala de su profundo conocimiento de la historiografía sobre la corte como espacio y objeto social,3 para reinterpreta de forma ingeniosa y convincente algunas de las fuentes clásicas sobre el reinado de Felipe V, como la obra del Marqués de San Felipe, las memorias de distintos embajadores extranjeros y las agudas glosas de cortesanos y testigos franceses. A éstas se agregan otras fuentes menos conocidas, como la correspondencia privada entre Felipe V e Isabel de Farnesio y sus hijos, que arrojan nueva luz sobre los aspectos más íntimos de la vida familiar del monarca. El resultado es una imagen sorprendentemente humana del rey y su controversial consorte. Una de las principales fortalezas de este estudio es precisamente el éxito con el que describe a Felipe e Isabel como dos personas de su tiempo, exponentes de las “nuevas actitudes sobre la identidad personal y el comportamiento en sociedad” que comenzaron a emerger durante el siglo XVIII (p. 54). Vázquez Gestal demuestra así que los monarcas, a la par de otros actores, particularmente los miembros de los sectores medios y de la baja nobleza, fueron partícipes, e incluso agentes, de algunas de las grandes transformaciones que la revisionista historia cultural del periodo ha señalado como los grandes hitos de la experiencia dieciochesca europea: el surgimiento de un nuevo lenguaje y práctica de las emociones, la delimitación de espacios privados en paralelo con la conformación de una esfera pública, y la popularización de nuevas formas de espiritualidad distantes de las manifestaciones religiosas estridentes y públicas típicas del barroco.
En otros aspectos, el libro es quizá algo menos exitoso. Por ejemplo, el análisis se habría beneficiado de una definición más explícita y sistemática de lo que se entiende por “identidad de la monarquía”. Así mismo, habría cabido una discusión más extensa de las funciones que cumplían las ceremonias públicas en el antiguo régimen, más allá de la dinámica cortesana limitada al palacio real, y del impacto que los cambios, acaecidos durante el reinado de Felipe V, tuvieron en la relación entre el monarca y el reino. En cierta forma, la limitación más significativa de Una nueva majestad, es que pese a tratarse de un excelente estudio sobre Felipe V y su mujer, no explota a fondo la oportunidad de relacionar las transformaciones ocurridas en el modelo cortesano con las importantes transformaciones políticas e institucionales que caracterizaron el periodo estudiado. Por ejemplo, aunque se muestra convincentemente cómo los grandes perdieron influencia mediante el abandono de facto del ceremonial palatino y la devaluación de los principales oficios de la casa real, no se ligan estos cambios a la pérdida de influencia de la alta nobleza en otros sectores de la monarquía. Así pues, la turbulenta relación de Felipe V con los consejos es pasada prácticamente de largo. Habría sido deseable, pues, analizar la relación entre la reforma del sistema y las prácticas de gobierno de la monarquía y la forma como el rey decidió ejercer su majestad, explorando, por ejemplo, las oportunidades que el nuevo modelo cortesano ofreció a ciertos miembros de la elite española para avanzar sus proyectos e intereses pese a la resistencia ofrecida por los grandes y otros grupos que controlaban la corte y las principales instituciones de gobierno bajo los Austrias. Por último, se echa de menos que el libro no cubra el último periodo de los reinados de Felipe V, desde 1729 hasta su muerte en 1746, aunque quizá hay que reconocer que, como menciona el propio autor, se habría necesitado otro volumen para hacerlo.
Indiscutiblemente, sin embargo, Una nueva majestad es un texto relevante. Al demostrar que las grandes transformaciones del modelo cortesano español ocurrieron durante el primer tercio del siglo XVIII, contribuye de forma significativa a la reinterpretación de la primera mitad del siglo XVIII español que ha venido ocurriendo en los últimos años y nos obliga a repensar tanto las precondiciones que hicieron posible el reinado de Carlos III como los orígenes de muchas de las características “ilustradas” que la historiografía le ha atribuido durante décadas. Se trata, además, de un texto que será leído con provecho por los estudiosos de las cortes –tanto de las reales en Europa como de las virreinales en América– por lo que aporta a nuestro entendimiento de la transformación de las prácticas y dinámicas cortesanas en el tránsito entre el siglo xvii y el XVIII, y de la capacidad del monarca para transformar y adaptar la corte a sus intereses y prioridades. Sobre todo se trata de un texto que resultará fundamental para entender el complejo tejido de continuidades y transformaciones que caracterizó los reinados de Felipe V, época que continúa siendo el periodo menos estudiado de la historia moderna del mundo hispano.
1 Christopher Storrs, “Felipe V: Caesura or Continuity?”, en Early Bourbon Spanish America: Politics and Society in a Forgotten Era (1700-1759), ed. F.A. Eissa-Barroso y A. Vázquez Varela, 10 (Leiden y Boston: Brill, 2013).
2 Henry Kamen, Philip V of Spain. The King who Reigned Twice (New Haven y Londres: Yale University Press, 2001). Existe una versión española publicada en Madrid por Temas de Hoy bajo el título Felipe V. El rey que reinó dos veces.
3 Véase su El espacio del poder. La corte en la historiografía modernista española y europea (Valladolid: Universidad de Valladolid, 2005).