Delirios Imperiales. Ecos de la Intervención Francesa en México (1862-1867). Por Humberto Morales Moreno (coord.). Puebla: Gobierno del Estado de Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2022, 537 p.
Cruz Dalia Muro Marrufo
Universidad Autónoma de Zacatecas “Francisco García Salinas”
dalia.muro.marrufo@outlook.com
https://orcid.org/0000-0001-9623-5071
Delirios Imperiales es una obra colectiva, coordinada por Humberto Morales, presentado por François Caron, editado por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el Gobierno del Estado de Puebla. A lo largo de 537 páginas, reúne 20 artículos (o “ecos”, a manera de una bella metáfora) sobre el Segundo Imperio en México (1862-1867). De estos, cuatro artículos están en francés y 16 en español.
El libro se divide en tres partes. La primera, “Combatientes mexicanos y franceses en la intervención militar (1862-1867)”, conjunta siete artículos. Pedro Celis Villalba y Edwin Alberto Álvarez analizan la figura de Ignacio Zaragoza y su trayectoria militar en las armadas, especialmente en la Batalla de Puebla, triunfo que lo catapultó como héroe nacional. Los autores exponen la acción militar de Zaragoza desde sus condicionamientos más humanos: vida cotidiana, redes de parentesco, sociabilidades políticas, intereses personales, formación militar “profesional”, luchas por el poder y contexto socio-político de México, para explicar las motivaciones que lo llevaron a hacer carrera militar.
María Magdalena Martínez desmitifica la idea de que Zaragoza falleció por tifoidea, y mediante un pormenorizado análisis de las enfermedades y su relación con las guerras en este contexto, así como de las pocas fuentes que dan cuenta de la sintomatología del militar, sugiere que la causa de su deceso fue por tifo. En las últimas décadas, en los estudios sobre la memoria se ha traído a colación a los héroes no reconocidos por la historia nacional. En ese panorama, Mayra Gabriela Toxqui Furlong deja atrás el olvido del militar poblano Joaquín Colombres, quien tuvo una participación destacada en la Batalla de Puebla de 1862 y en la Fortificación de 1863; Toxqui muestra a un hombre que, como Zaragoza, fue hijo de la época que le tocó vivir, con motivaciones, pasiones y decepciones que lo llevaron a retirarse de la vida militar.
Alberto Soberanis Carillo da cuenta de la importancia de las cartas, los mapas y los planos militares para reconstruir los eventos bélicos de 1862 y 1863 en Puebla (el Plano de la Disposición de las tropas en mayo de 1862; el Plano de la Ciudad de Puebla con las obras de defensa y ataque en el Sitio por el Ejército Francés en los meses de marzo, abril y mayo de 1863; y el Plano topográfico de la Ciudad de Puebla de 1856). Desde otra mirada, la francesa, Jean-Yves Puyo explica cómo fue representado México en la geografía militar francesa en los acontecimientos de 1862 y 1863, una tierra no conocida que fue descrita de igual manera en documentos cartográficos, planos topográficos, informes, monografías regionales y cartas. Ambos artículos evidencian que los trabajos de reconocimiento del territorio son parte de los proyectos de guerra, pues coadyuvaron a crear estrategias que decidieron la suerte de las armas y la de ambas naciones.
Norma Zubirán sostiene que después de estos acontecimientos y con el establecimiento del Segundo Imperio y la llegada de Maximiliano, la ofensiva liberal emprendió nuevas acciones y formas de organización para resistir y combatir entre 1864 y 1867, renovando al Ejército de Oriente al mando de los generales Porfirio Díaz y Alejandro García. Solene Garotin, por su parte, da a conocer a tres soldados del cuerpo francés, Arsène-Félix Montcouquiol, François Reglin Wolf y Albert Leduc, quienes le dieron un giro a su vida dentro de la guerra, pues decidieron quedarse a radicar en México; la autora destaca las condiciones que les permitieron hacerlo y las contribuciones que hicieron a la comunidad francesa del país en la segunda mitad del siglo.
La segunda parte, “Del 5 de mayo de 1862 al Sitio de Puebla de 1863. La Zaragoza de México”, contiene siete artículos. Jean David Avenel afirma que, tras la Batalla de Puebla, la visión que Francia tenía sobre un México anarquista e inestable cambió, ya que, aun siendo un país “debilitado”, logró derrotar a una armada europea. Esta visión se construyó gracias a la divulgación que de los acontecimientos mexicanos se colaban en la prensa europea; por ello, Arturo Aguilar centra su reflexión en el papel que la recién inventada fotografía jugó para mostrar el país al mundo durante la intervención francesa, como fiel testigo del paisaje, sus ciudades, su gente, sus costumbres y la guerra. En esta misma línea, Nizza Santiago Burgoa recupera las imágenes realizadas por topógrafos y dibujantes en los diarios e informes de soldados franceses, mismas que ofrecen otra perspectiva de la guerra por su carácter extraoficial (tipos populares, clima, paisajes exóticos, rutas vertiginosas, episodios pintorescos y las épicas hazañas francesas); estas imágenes retrataron a un México minimizado y desacreditado con el fin de justificar la empresa militar francesa.
María del Refugio González, desde una perspectiva jurídica analiza las leyes de la guerra y la confusión en torno a la llamada rendición, armisticio o capitulación para rendirse por parte del militar Jesús González Ortega durante el Sitio de Puebla, suceso que permitió el establecimiento del Imperio. Y como esta es una historia de la guerra, y esta no se hace sin soldados, Humberto Morales y Pedro Ángel Palou reseñan las memorias del general Miguel Negrete Novoa, quien bajo el mando de Zaragoza participó activamente en las guerras libradas en Puebla en 1862 y 1863, acciones que le valieron para ocupar diversos cargos de importancia nacional; fue un destacado militar y político. Los autores recrean a un soldado que fue tan fiel a la patria como a sus principios, siendo opositor de la ideología conservadora, pero también de la liberal cuando ésta traicionó sus fundamentos.
La Batalla de Puebla fue un acontecimiento de trascendencia nacional, es reconocido en la historiografía sobre la cultura cívica como una fiesta patria asociada al liberalismo. Aquí conviene traer a colación los aportes de Silvestre Villegas, quien explica el proceso mediante el cual las fiestas del 5 de mayo fueron insertadas en la cultura cívica del vecino país del norte y los usos políticos que el gobierno estadounidense hizo de su semántica para sostener la gobernabilidad entre la población texana. Este apartado concluye con la contribución que hace Sergio Francisco Rosas a la historia de la iglesia en México, específicamente sobre las posturas que las instituciones religiosas adoptaron desde los estados frente a la Reforma Liberal. Rosas expone el caso del cabildo catedral de Puebla durante los años de la intervención, de 1862 a 1864, el cual concentró su actividad en resolver las encrucijadas en las que lo había puesto el gobierno liberal para mantener su presencia pública, su supervivencia institucional y su libertad frente al poder civil.
Finalmente, “Ecos de la intervención: Entre París y México”, está conformada por seis artículos. Óscar Cruz Barney reconoce que el legado legislativo de Maximiliano confirmó las Leyes de Reforma a través de su proyecto constitucional y de las numerosas disposiciones que emitió en materia administrativa, guerra, marina, beneficencia, protección indígena, festividades, entre muchas más. Desde el punto de vista científico de Rubén Alberto Curiel, la legislación promovida por Maximiliano respecto a la codificación civil y el derecho notarial en México, fue igualmente una continuidad a los códigos de Juárez; la aportación jurídica del imperio, en palabras del autor, “hace eco en nuestro código civil, notarial y registral, ya que antes de la Intervención Francesa, la estructura de las instituciones jurídicas seguía el modelo español”, influencia que fue inmediata e hizo eco en la década posterior. Y es que, como sostiene Eugenia Revueltas, Maximiliano era ilustrado y liberal, pero fue reconocido por la historia nacional, toda vez que la memoria histórica en México, con sus héroes y villanos, es también una construcción político-cultural del triunfo republicano.
Christiane Demeuleneare-Douyére considera que las representaciones de México en la Exposición Universal de París, en 1867, con la réplica del templo de Xochicalco del Campo de Marte, en el trasfondo pone al descubierto las desavenencias que existían con Francia en un escenario histórico en el que el Segundo Imperio ya se estaba desarticulando. Además, muestra la apropiación cultural que realizaban Comisiones Científicas Francesas, cuya función era en cierta forma reconciliatoria. En esa tesitura, Armelle Le Goff y Nadia Prévost, indagan la organización de la expedición científica promovida por Francia en México, instituida oficialmente en 1864; la Comisión figuró como una herramienta de conciliación donde el diálogo y el intercambio fueron posibles a nivel científico dentro de un contexto de tensión y conflicto, pero que tras la caída del imperio fue ignorado y olvidado. Sin embargo, tal como argumenta Alberto Soberanis, en la Exposición de 1867 se pretendían presumir los logros de la hazaña científica en México, de ahí que Francia expusiera también las colecciones que la Comisión recolectó para demostrar que su conquista también era científica y moral.
Este libro actualiza los estudios sobre el Segundo Imperio desde dos visiones: la mexicana y la francesa. Se inscribe en la historiografía que explora la cotidianeidad, las ideas, las enfermedades, las prácticas cívicas, la heroicidad, la guerra, la crisis política, la cartografía, la ley y la fotografía. Puedo decir con certeza que tiene el objetivo de explicar el proceso en sus 360 grados, desde la historia y a través diversos enfoques metodológicos: historia de la medicina, cultural, del derecho, de la iglesia, de la ciencia, la biografía histórica y la cartografía histórica; todos ellos tejidos desde la urdimbre de la historia política y de la guerra. Los estudios aquí reunidos reconocen al Segundo Imperio como una coyuntura histórica de profundos cambios y continuidades que tuvo una innegable influencia en la consolidación del Estado-nación mexicano.