Minimalismo filosófico en mecánica cuántica: una lectura desde el pragmatismo de Richard Rorty. Por Nalliely Hernández Cornejo. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2021, 239 p.
Francisco Javier Serrano Bosquet
Tecnológico de Monterrey
fjavierserrano@tec.mx
https://orcid.org/0000-0003-3929-4141
La formación de la autora, primero en física y posteriormente en filosofía, le permite construir un texto interesante tanto para el lector lego como para el experto en historia y filosofía de la física. Ambos podrán adentrarse en una interpretación novedosa, sugerente y útil de la mecánica cuántica desde una perspectiva rortiana que trasciende los intentos previos realizados por autores como Hilary Putnam (2005).
La estructura argumentativa de la obra es clara y sencilla. Tras aludir la existencia de un cierto aire pragmatista en la cultura científica de principios del siglo XX, y llevar a cabo una reinterpretación de los objetos descritos por Copenhague desde el minimalismo epistemológico de Rorty, constata la posible disolución de algunos de los principales problemas filosóficos que atravesaron la historia de la mecánica cuántica.
Para tales fines, el texto se organiza en torno a cuatro grandes capítulos. En el primero de ellos, Hernández ofrece un panorama general de la física del siglo XIX y presenta aquellos eventos históricos que posibilitaron las primeras hipótesis cuánticas con el fin de “resolver” problemas puntuales de la física clásica. También da cuenta de cómo fue el proceso de construcción de una nueva teoría basada en principios de realidad distintos a la teoría clásica, así como de las dos etapas de la historia de la mecánica cuántica y los problemas que surgieron en torno a su interpretación. Todo ello con el fin de facilitar una comprensión suficientemente profunda del surgimiento y contenido de la interpretación de Copenhague.
El segundo capítulo es una introducción al pragmatismo norteamericano centrado en sus tres figuras principales: Peirce, James y Dewey. Con un gran valor pedagógico facilita, además, el posterior acercamiento a la figura y filosofía de Richard Rorty. El tercer capítulo comienza con una aproximación al pragmatismo contemporáneo, con la recuperación de algunas notas biográficas claves del autor y una aproximación a la noción de conocimiento de Rorty sobre la que el filósofo norteamericano caracterizó la ciencia y sus objetos. Su última parte está dedicada a la presentación del minimalismo epistemológico de Rorty con miras a analizar el caso de la mecánica cuántica en el siguiente apartado. Es decir, erige una concepción de objeto científico que permite, posteriormente, ponerlo en relación con los objetos de la interpretación de Copenhague.
El cuarto y último capítulo es sin lugar a duda el más importante de toda la obra, ya que en él encontramos la gran aportación y originalidad del libro. Tras identificar las objeciones centrales hechas a la interpretación de Copenhague, la autora muestra cómo dichas objeciones se disuelven si se adopta la perspectiva rortiana.
Ahora bien, la intención de la autora no es solo dar cuenta de la utilidad que a posteriori tiene la relectura pragmatista de la mecánica cuántica: también intenta mostrar que, “en la forma de proceder de los físicos para constituir, tanto la teoría como la interpretación de Copenhague, podemos rastrear ciertas tesis o cierto aire pragmatista que favorece la plausibilidad de dicho talante filosófico” (Hernández-Cornejo, 2021, p. 164).
La última sección del capítulo final está dedicada —a modo de epílogo— a exponer las consecuencias e implicaciones científicas y culturales que tendría aceptar el minimalismo rortiano. Si ya de por sí el texto en su conjunto puede resultar polémico ante un sector importante de la comunidad filosófica, esta sección es probablemente la más provocadora. Y no solo por lo que en la misma se expone, sino por el momento en el que este libro se publica. Minimalismo filosófico ve la luz en un contexto mucho más complejo que aquel en el que comenzó a escribirse. La relativa tolerancia epistémica que se vivía en las humanidades y ciencias sociales se vio fuertemente violentada desde que el 11 de marzo de 2020 la OMS caracterizara COVID19 como una pandemia.
En discusiones tanto públicas como privadas encontramos apasionantes disputas entre representantes de distintas escuelas epistémicas. Encuentros que alcanzan grados superlativos cuando se trata de inferir las implicaciones políticas y sociales que tiene el dominio —tanto académico como social— de un paradigma u otro en la construcción de representaciones sociales y la toma de decisiones.
Si nos centramos en aquellas aportaciones más relacionadas con Minimalismo filosófico, llaman la atención las acusaciones mutuas que encontramos entre los nuevos realismos y distintas posturas relativistas, entre las cuales muchos autores no dudarían en incluir a Rorty. Incluso, hay quienes lo identificarían con un relativismo cool (Kakutani, 2019) propio de progresistas que, desde sus privilegiadas y cómodas tribunas, facilitan e incluso legitiman una suerte de cultura de masas en la que florecen supersticiones pop como la ‘ufología’, las ‘terapias de vidas pasadas’ o el ‘terraplanismo’ (Caponi, 2020, p. 95). En definitiva, relativismos que alimentan un caos desinformativo, no casual sino provocado, instrumental, sustentado por el nuevo conservadurismo que ve, en el relativismo un regalo, y en la superstición un tesoro (Caponi, 2020; Lewis, 1961).
El relativismo posmoderno y el populismo neoliberal, es decir, el negacionismo sin ciencia —en términos de Ayestarán Úriz (2020)— es peligroso para la salud (Caponi, 2020). Pero también lo es la manipulación y la corrupción de la ciencia (Ayestarán Úriz, 2020). Ejemplo de ello lo encontramos en la indolencia o pereza intelectual —a las que Ayestarán bautiza como síndrome de Žižek (Ayestarán Úriz, 2020, p. 65)— y racionalidad hiénida común en el mundo académico, la complicidad político-científica ilustrada por Richard Horton en el caso británico (Horton, 2020, pp. 57-58) o la legitimación de numerosas disciplinas basadas en ciencias conductuales cuyas metodologías de manipulación conductual ponen en serio riesgo derechos fundamentales.
A estos ejemplos pueden sumarse muchos otros que dan constancia de la pluralidad axiológica que, como han advertido filósofos y sociólogos de la ciencia desde hace décadas, condicionan la actividad y el desarrollo tanto tecnocientífico como social (Echeverria, 2003). De ahí que la cuestión ya no sea tan solo si la ciencia es o no —en términos de Rorty— una narrativa, un lenguaje particular (Hernández-Cornejo, 2021, pp. 128 y 233; Putnam, 1975, p. 209; Rorty, 2009, pp. 29 y 191) más o menos válido que otros, sino cómo conviven y se relacionan entre sí los diversos lenguajes que confluyen en el mundo tecnocientífico en un momento de la historia, como es el nuestro, en el que éste es casi omniabarcante.
Minimalismo filosófico nos ayuda a recordar, desde el interior de una de las teorías científicas más importantes del último siglo, que no solo es útil llevar a cabo nuevas relecturas, también constatar la posibilidad de encontrar distintas posiciones, valoraciones y racionalizaciones en los mismos científicos.
El valor, por tanto, de este texto no se limita a poner sobre la mesa una relectura rortiana de la mecánica cuántica; la posibilidad que señala de aplicar la idea de minimalismo al ámbito epistémico abre las puertas a una nueva forma de revisión filosófica de la actividad científica.
No sería de extrañar que, a lo largo de su lectura, el lector recuerde otros casos, otras experiencias. Valga a modo de ejemplo las dudas que el famoso geógrafo social Carl O. Sauer hizo sobre la pertinencia de imitar en otros dominios culturales el modelo científico.1 La aplicación de esta metodología y paradigma a sus textos oficiales, así como a su correspondencia, revelan datos que nos permiten entender de una nueva forma lo que acontecía en otras disciplinas de la ciencia en un tiempo cercano al del desarrollo de la mecánica cuántica.
Tomando prestadas las palabras de la autora cabe preguntarse: “en cuanto la ciencia es una actividad social, [¿] no debería la filosofía de la ciencia estar más enfocada en la crítica cultural sobre las formas en las que la ciencia puede ser un poder bien o mal usado en las sociedades contemporáneas [?]” (Hernández-Cornejo, 2021, p. 233), ¿No debería estar más presente tanto entre la opinión pública y los tomadores de decisiones tecnocientíficas y de política científica? Esta es una empresa que se antoja oportuna y necesaria a la luz de las incertidumbres que debemos afrontar y las tensiones que en el actual contexto (geo)político, económico, sanitario, social y, por supuesto tecnocientífico, que estamos viviendo.
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Bibliografía
AYESTARÁN ÚRIZ, I. (2020). Ciencia y filosofía de la epidemia de Covid-19. Ludus Vitalis, 28(54), 65-71.
CAPONI, G. (2020). Una lección epistemológica de la pandemia: El relativismo es peligroso para la salud. Ludus Vitalis, 28(54), 95-99.
ECHEVERRIA, J. (2003). La Revolución Tecnocientífica. Fondo de Cultura Económica.
HORTON, R. (2020). Covid-19 Catastrophe: What’s Gone Wrong and How to Stop It Happening Again. Polity Press.
KAKUTANI, M. (2019). La muerte de la verdad. Galaxia Gutenberg.
LEWIS, J. (1961). Ciencia contra irracionalismo. Horizonte.
PUTNAM, H. (1975). Mind, Language and Reality. Cambridge University Press.
__________ (2005). A Philosopher Looks at Quantum Mechanics (Again). Revista británica de filosofía de la ciencia, 56(4), 615-634. https://doi.org/10.1093 / bjps / axi135
RORTY, R. (2009). La filosofía y el espejo de la naturaleza (5a ed.). Cátedra.
Notas
1 Letter from Carl O. Sauer to Rockefeller Foundation. Rockefeller Archive Center [RAC], Rockefeller Foundation Records, 1941.