Visionando futuros desde las personas comunes en medio de la situación pandémica
Viewing the futures from the common people in the midst of the pandemic situation
Anna María Fernández Poncela
Universidad Autónoma Metropolitana
fpam1721@correo.xoc.uam.mx
http://orcid.org/0000-0003-3080-212X
Fecha de recepción: 16 de septiembre de 2021
Fecha de aprobación: 18 de julio de 2022
RESUMEN:
El objetivo de este texto es presentar, revisar y analizar las miradas hacia el futuro de la población común en el contexto de pandemia. En concreto, cómo el futuro funciona como dispositivo que construye subjetividades. Esto se realiza a través de testimonios de relatos imaginativos desde la realidad cotidiana desplegada hacia el porvenir. Ante las vivencias en la situación actual de un grupo de personas de la Ciudad de México, cómo sus miradas ven y esbozan el futuro de la sociedad.
El texto se focaliza en la exposición de cómo imaginan que será la sociedad en general en el futuro ¿habrá o no cambios? ¿cuáles? ¿en qué dirección? ¿cómo serán? También en el ámbito de lo económico, laboral y político, hasta dibujar el panorama social futurista según lo que cada uno considera. Las narraciones se revisan a la luz del “dispositivo” de Foucault y en particular Agamben, esto es, mecanismos y artefactos, aquello que captura, orienta, modela y controla opiniones, emociones y comportamientos.
Los hallazgos apuntan hacia una sociedad mejor en el aspecto sanitario, en el cuidado personal y del otro a través de la conciencia generada a partir del seguimiento de las medidas sanitarias y de sana distancia que llegaron para quedarse pese a los cambios laborales, escolares y de la convivencia que implicaron. En segundo lugar, lo peor estará relacionado con la economía, desempleo y crisis, pobreza y desigualdad; pero se ajustará a la nueva normalidad, según dicen. Sobresale la aceptación del modelo de la narrativa única global que se desplegará hacia el futuro. Apenas hay dudas o críticas a las medidas y al distanciamiento social, a la imposición de nuevas tecnologías para comunicarse y trabajar, al contrario, son consideradas necesarias y positivas para sobrevivir. El panorama coincide con las descripciones históricas de Foucault sobre el dispositivo, y con la definición del dispositivo actual de “bioseguridad” de Agamben.
Palabras clave: Imaginación, narración, dispositivo, futuro, población.
ABSTRACT:
The objective of this text is to present, review and analyze the views on the future of the common population in the context of a pandemic. Specifically, how the future works as a device that builds subjectivities. This is done through testimonies of imaginative stories from everyday reality unfolding towards the future. Faced with the experiences in the current situation of a group of people from Mexico City, how their gazes see and outline the future of society.
The text focuses on the exposition of how they imagine how society, in general, will be in the future, whether or not there will be changes, what they will be, in what direction, and how they will be. Also, specifically in the economic, labor, and political, to draw the futuristic social panorama according to what each one considers. The narratives are reviewed in the light of Foucault's “device” and, in particular, Agamben, that is, mechanisms and artifacts that which captures, guides, shapes and controls opinions, emotions and behaviors.
The findings point towards a better society in terms of health, personal care and the other, through awareness when following health measures and the healthy distance that came to stay, even with the work and school changes that this implies and the limitation of coexistence. Second, the worst will be related to the economy, unemployment and crisis, poverty, and inequality; but it will gradually adjust to the new normal, as they say. The acceptance of the model of the single global narrative that will unfold into the future stands out. There are hardly any doubts or criticisms of the measures and social distancing, the imposition of new technologies to communicate and work; on the contrary, they are considered necessary and positive to survive. The panorama coincides with Foucault's historical descriptions of the device and with Agamben's definition of the current “biosafety” device.
Keywords: Imagination, storytelling, device, future, population.
Introducción
Según la mística, la cuántica o el paradigma holográfico, entre otros enfoques antiguos y contemporáneos, se crea la realidad, no obstante ¿qué realidad? Pues, si se tiene en cuenta las vivencias infantiles, las influencias familiares -en el hogar y los ancestros-, la educación y la cultura -literatura y cinematografía incluidas-, así como los discursos políticos y mediáticos, sin olvidar las capacidades cerebrales de cada quien, ¿hay libre albedrío?
¿Pensamos o pensados?
La ciencia y la academia reiteran el discurso de la duda y la crítica ¿se aplica en la práctica? La perspectiva de la agencia de las audiencias está muy extendida; también existe el enfoque que subraya la influencia -propaganda o publicidad-, cuando no la manipulación. Diversos autores han reflexionado en torno a la importancia de cómo se ejerce el control social desde el poder y se configuran subjetividades sociales. Un concepto interesante para observar cómo se construyen las miradas del futuro a través de la conformación de subjetividades es el de “dispositivo”. Los discursos crean prácticas y se entrecruzan, las prácticas discusivas conforman sujetos subsumidos por el saber/poder dominante en cada sociedad y así al parecer se crea y controla el porvenir ¿pensamos el futuro o este nos piensa? ¿creamos el futuro o nos llega? o ¿nos espera?
Proyecciones del futuro
“Si bien el futuro ha sido un tema de interés y preocupación
en diferentes etapas de la modernidad, en años recientes se ha
convertido en objeto de teorizaciones sistemáticas que
aumentan cada vez más. Con el inicio del siglo XXI, el futuro
comienza a estar presente, dentro de las ciencias sociales.”
Figueroa, 2018, p. 178.
La cita anterior ilustra que el interés por el futuro siempre ha existido y quizás se ha acentuado en época reciente, seguramente por la situación de pandemia y sus consecuencias económicas y sociales, entre otras cosas. Un futuro que antes se dejaba en manos de Dios y hoy se deja en manos de la Ciencia. Un porvenir que se imagina desde cada persona y sus circunstancias, aderezado por las prospectivas y predicciones en el entorno, la lectura del ambiente social y sus influjos, por nombrarlo de forma amplia y que más adelante se acotará como “dispositivo”.
El futuro ¿se imagina o crea? O se trata solo de una forma de calificar el presente, como diría Augé (Lozano, 2021). En todo caso, sea dispositivo orientador o discernimiento presente, no cabe duda de que interesa el ejercicio de pensar, doblemente importante en la coyuntura actual dominada por discursos mediáticos, miedo e incertidumbre en medio de la crisis.
Enfoque y metodología
Siempre se pregunta a los expertos sobre la situación de un país y el mundo, e incluso sobre las prospectivas futuras del mismo, aquí es la ciudadanía la que responde. Por otra parte, cuando se hace participe a la población, se trata de estudios de corte estadístico que informan de tendencias de opinión a través de datos cuantitativos. En este estudio lo que se hace es interrogar, a través de entrevistas cualitativas, a personas sobre el tema, con objeto de tener una mirada de lo que piensan y sienten, con especial énfasis en cómo consideran será la sociedad en el futuro, buscando significados y constantes semánticas, toda vez que riqueza y profundidad significativa en la información recabada.
La investigación posee un diseño estructurado, emergente y flexible (Valles, 1997) con base en testimonios recopilados en entrevistas. Su objetivo es retratar someramente cómo se imagina el porvenir de la sociedad en general. El análisis se centró en todo lo relacionado en torno al futuro como “dispositivo”, ya fuera a través de preguntas directas o de relatos que emergieron a partir de otras interrogantes. Se categorizó los testimonios según núcleos de sentido y tendencias de campos semánticos, para lo cual se utilizó el muestreo teórico de la teoría fundamentada (Strauss y Corbin, 2002), que propone la lectura y relectura de las narraciones, la identificación inductiva de las partes, su reconstrucción temática -así como por categoría y subcategoría- que conducen a la formación de tendencias básicas de significado sobre la temática abordada. Es un estudio exploratorio y reflexivo sin ánimo de representatividad social, sino un acercamiento fenomenológico y hermenéutico, toda vez que humano interrelacional.
En total el estudio se compone de 60 entrevistas, todas efectuadas a población de la Ciudad de México; una parte se realizó en enero de 2021 y la otra en mayo de ese mismo año. En cuanto a la composición de la muestra, se buscó diversidad en lo que a sexo, edad, nivel social y lugar de residencia se refiere. La forma de aplicación fue adaptada a las circunstancias del momento, así como a la solicitud y necesidad de cada persona, por lo cual se optó por realizar la entrevista por Zoom, WhatsApp, Facebook, celular o presencial, según la preferencia del entrevistado. Para conformar la muestra se seleccionó a veintiséis hombres y treinta y cuatro mujeres, de entre 18 y 68 años, todos con diferentes ocupaciones -auxiliar contable, profesor, empresario, estudiante, empleado de gobierno, empleado bancario, empleada en tienda, comerciante, administrativa, ama de casa, ventas por catálogo, conductor por aplicación, técnico sistemas de cómputo, músico, gestor cultural, diseñador gráfico, auxiliar de enfermería, investigadora de mercados, repostera, jardinera- y provenientes de las diversas alcaldías de la CDMX (Tabla 1).1
Tabla 1. Cuadro muestra entrevistas
HOMBRE | MUJER | ||
Álvaro Obregón, AO | 1 | 0 | 1 |
Benito Juárez, BJ | 2 | 1 | 3 |
Coyoacán, Co | 5 | 2 | 7 |
Cuajimalpa, Cuaj | 1 | 0 | 1 |
Cuauhtémoc, Cuah | 0 | 1 | 1 |
Gustavo A. Madero, GM | 0 | 2 | 2 |
Iztacalco, Iz | 0 | 2 | 2 |
Iztapalapa, Izta | 2 | 4 | 6 |
Miguel Hidalgo, MH | 1 | 0 | 1 |
Milpa Alta, MA | 5 | 5 | 10 |
Tláhuac, Tlah | 0 | 1 | 1 |
Tlalpan, Tla | 3 | 9 | 12 |
Venustiano Carranza, VC | 0 | 2 | 2 |
Xochimilco, Xo | 6 | 5 | 11 |
Total | 26 | 34 | 60 |
Fuente: Elaboración personal con base en las entrevistas realizadas.
Finalmente, es importante remarcar el enfoque, cuya selección se realizó con base en las características y objetivos de la investigación. Interesa revisar vivencias e ideaciones significativas y subjetivas de las personas, el tejido de significaciones que construye sobre la configuración de la perspectiva subjetiva de la mirada hacia la prefiguración del futuro, las expectativas, temores y esperanzas, preocupaciones y anhelos, esto es, cómo imaginan y comunican dicha visión por parte de los sujetos (Schutz y Luckman, 2009; Husserl, 1998) no agotada en la experiencia individual, sino como un yo en el seno de la experiencia comunitaria (Bolio, 2012). La hermenéutica es la interpretación del mundo, el entender y comprender las expresiones del otro en su contexto, el significado de las cosas en la conciencia de las personas y su significación e interpretación (Heidegger, 2012; Aguilar, 2004).
El saber/poder del “dispositivo”
Al momento de llevar a cabo el análisis de pensar el futuro, se consideraron los conceptos de imaginario social, representaciones sociales y dispositivo; sin embargo, por las características de este trabajo y la coyuntura a estudiar se optó por el último.
¿Qué es un dispositivo? Para Michel Foucault, de acuerdo con la definición brindada por Agamben, es “un conjunto absolutamente heterogéneo que implica discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones regulativas, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas en breve tanto a lo dicho como lo no dicho, esos son los elementos del dispositivo (Agamben, 2014, p. 7).2 Los discursos devienen en prácticas y los dispositivos producen formas de subjetividad por lo que “constituirían a los sujetos inscribiendo en sus cuerpos un modo y una forma de ser…un conjunto de praxis, saberes, instituciones, cuyo objetivo consiste en administrar, gobernar, controlar, orientar, dar un sentido que se supone útil a los comportamientos, gestos y pensamientos de los individuos” (García, 2011, p. 2).
Fundamentalmente, se define como la relación o red de saber/poder en la cual se inscriben las instituciones -escuela, hospital, fábrica, cuartel, etc.-, y “es una especie de formación que en un determinado momento histórico tuvo como función esencial responder a una urgencia…función esencialmente estratégica” (Agamben, 2014, p. 8). Esta red/relaciones de saber/poder está ubicada espaciotemporalmente, modifica el estado de las cosas en un determinado momento y lugar y “su emergencia siempre responde a un acontecimiento que es el que lo hace aparecer…acontecimiento que modifica un campo previo de relaciones de poder” (García, 2011, p. 2). El poder necesita un orden y un conjunto de saberes que legitimen la autoridad para su funcionamiento, por lo que un dispositivo es la red de relaciones que determina el ejercicio del poder y la configuración del saber con efectos de verdad y realidad. Analizar un dispositivo es analizar las singulares prácticas que emergen como respuesta a un acontecimiento histórico (García, 2011).
Un dispositivo sería entonces un complejo haz de relaciones entre instituciones, sistemas de normas, formas de comportamiento, procesos económicos, sociales, técnicos y tipos de clasificación de sujetos, objetos y relaciones entre estos, un juego de relaciones discursivas y no discursivas, de regulaciones que rigen una dispersión cuyo soporte son prácticas. Por eso no es exacto decir que los dispositivos capturan individuos en su red, sino que producen sujetos que como tales quedan sujetados a determinados efectos de saber/poder (García, 2011, p. 3).
En resumen, “dispositivo” para Michel Foucault, según Giorgio Agamben, es “un conjunto de estrategias de relaciones de fuerza que condicionan ciertos tipos de saber y son condicionados por ellas” (Agamben, 2014, p. 8). Gilles Deleuze considera que la definición de Foucault se sintetiza en “máquina para hacer ver y hacer hablar que funciona acoplada a determinados regímenes históricos de enunciación y visibilidad. Estos regímenes distribuyen lo visible y lo invisible, lo enunciable y lo no enunciable” (García, 2011, p. 4). Para este autor “un dispositivo implica líneas de fuerza que van de un punto singular al otro formando una trama, una red de poder, saber y subjetividad. Un dispositivo produce subjetividad…somos el dispositivo” (García, 2011, p. 4).
Retomando el resumen de Agamben (2014) sobre Foucault, un dispositivo es un conjunto heterogéneo de elementos y la red entre estos -lingüísticos y no lingüísticos-, son discursos, instituciones, edificios, leyes, medidas de policía, proposiciones filosóficas; con una función estratégica concreta inscrita en relaciones de poder; resultado del cruce entre relaciones de poder y relaciones de saber.3
Agamben, por su parte, también tiene su propia definición:
Llamaré dispositivo lateralmente a cualquier cosa que de algún modo tenga la capacidad de capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes. Por tanto, no solo las prisiones, los manicomios, el panóptico, las escuelas, la confesión, las fábricas, las disciplinas, las medidas jurídicas, etc., cuya conexión con el poder de algún modo es evidente, sino también la pluma, la escritura, la literatura, la filosofía, la agricultura, el cigarrillo, la navegación, las computadoras, los teléfonos celulares y -por qué no- el lenguaje mismo (2014, p. 18).
Se trata de un proceso de subjetivación que genera su propio sujeto, más allá de cambiar las cosas y el mundo, alteran la subjetividad configurando sujetos. El dispositivo se asocia a positividad, que es “el conjunto de creencias, reglas, rituales que en cierta sociedad y en determinado momento histórico les son impuestos a los individuos desde el exterior…sentimientos que son impresos en las almas de los individuos mediante coacción y los comportamientos asociados que son el resultado de una relación de mando y obediencia y que son cumplidos sin un interés directo de por medio” (García, 2011, p. 5). Por todo ello, para Agamben el sujeto es resultado de la relación entre los seres humanos y los dispositivos, de un proceso de subjetivación, resultando una identidad y una sujeción al poder externo, esto es, asumir una identidad, es quedar de algún modo subyugado y subsumido.
En concreto, en la fase extrema de desarrollo del capitalismo los dispositivos crean subjetividades dóciles, escindidas, débiles, inertes, impotentes políticamente, incluso generan procesos de desubjetivación. En el sentido de ser muchas cosas diferentes y, en definitiva, no ser realmente nada o su negación, pues el consumismo y la tecnologización social producen identidades débiles que no construyen una historia biográfica, únicamente momentos de vida. Criados en cautividad es difícil percibir la jaula, señala Agamben. Como futuro esboza una suerte de apocalipsis secular por las formas de vida de la modernidad. De hecho, afirma que es solo una aparente paradoja “que el poder considere como un virtual terrorista al inofensivo ciudadano de las democracias postindustriales…este ejecuta punto por punto todo lo que se le dice que haga y deja que sus gestos cotidianos, como su salud, su tiempo libre y sus ocupaciones, su alimentación y sus deseos sean dirigidos y controlados por los dispositivos hasta los más mínimos detalles” (Agamben, 2014, p. 25).4
De hecho, el filósofo italiano en el año 2020 afinó y concretizó su concepto y reflexión; denominó “bioseguridad” al dispositivo de gobierno resultante de entrecruzar la nueva “religión de la salud” y el poder del estado con el “estado de excepción”. Si bien se refiere al caso italiano, su propuesta aplica para otros países. Habla de un dispositivo jurídico-político para la Gran Transformación -Foro Económico Mundial (FEM), Organización Mundial de la Salud (OMS), etc.- que sería el estado de excepción y la ciencia como dogma, en manos de la tecnología digital, con distanciamiento social. La nueva forma de relación es la conexión como forma de contacto; la epidemia como política, a través del marco de la ciencia y la tecnología. “En nombre de la bioseguridad y la salud, el modelo de las democracias burguesas con sus derechos, sus parlamentos y sus constituciones está dando paso en todas partes a un nuevo despotismo en el que los ciudadanos parecen aceptar limitaciones sin precedentes a las libertades” (2021, p. 25).
A continuación, se verá si este dispositivo, más que distópico, parece orientar la mirada hacia el futuro de la población estudiada, sin obviar las distancias entre México e Italia.
Futuros posibles: despliegue de imaginación socio-personal y/o expresión de dispositivos sociales
Se inició la revisión de ideas y expectativas sobre cómo imaginan las personas comunes el futuro de la humanidad, en este caso hubo una pregunta directa sobre si, en el contexto de la pandemia de COVID-19, creen que habrá cambios en la sociedad en general. Como se apuntó con anterioridad, se pretende identificar las narrativas subjetivas de significantes de los sujetos, sus voces y miradas, sus experiencias e interpretaciones, así como las expectativas desplegadas hacia el porvenir en tiempos de crisis, ello desde su relato y testimonio a través de entrevistas.
Las transformaciones sociales
Si bien la mayoría apuntó que sí habría cambios sociales, unos pocos dijeron que no (Tabla 2).
Tabla 2. Cambios sociales
SÍ | NO | |
Hombres | 22 | 3 |
Mujeres | 32 | 3 |
Total | 54 | 6 |
Fuente: Elaboración propia con base en las entrevistas realizadas.
En cuanto a la dirección del cambio, la tendencia de opinión se inclina hacia “mejor”; seguida de los que consideran que “peor”, y hay quien señala en las dos direcciones, esto es, reconoce la posibilidad de cambios en ambos sentidos (Tabla 3). De hecho, Morin (2011) considera a la globalización como lo mejor y lo peor que le ocurre a la humanidad, mientras Bauman (2007) remarca la negatividad de esta.
Tabla 3. Dirección de los cambios sociales
MEJOR | PEOR | AMBOS | |
Hombres | 13 | 7 | 4 |
Mujeres | 21 | 11 | 4 |
Total | 34 | 18 | 8 |
Fuente: Elaboración propia con base en las entrevistas realizadas.
A continuación, se profundizará sobre las transformaciones que se considera que habrá y cómo serán por medio de otras preguntas y sus narrativas, focalizando en los núcleos de sentido y campos semánticos, así como singularidades o constancias de estas de una forma más honda y amplia.
Cambios para mejor: cuidados en higiene y más medidas sanitarias satisfactorias
Las categorías que sobresalen, en relación con los cambios calificados de ‘mejora social’ son fundamentalmente: cuidado personal y medidas sanitarias para todos de forma consciente y responsable. A continuación, se enuncian las expresiones más reiteradas según la clasificación elaborada.
Primero, sobre el cuidado e higiene personal que algunas personas imaginaron se basará el futuro.
Segundo, la mayoría de la población consultada afirmó la importancia del cuidado del otro, y de todos, con la implementación de las medidas sanitarias y protocolos oficiales, cultura del cuidado e higiene y distanciamiento social. Por una parte, el uso de cubrebocas permanente, la aplicación de gel antibacterial, el lavado de manos, la sanitización y un sistema nuevo de salud. Por otra, limitar la convivencia presencial y potenciar la virtual, es decir, aceptación total de las medidas y consenso favorable hacia las relaciones virtuales, ya que parecen sentirse bien con la escuela online y el home office. No solo apoyan totalmente los protocolos sino incluso desean más y de carácter obligatorio.
Hubo numerosas expresiones sobre la conciencia, empatía, solidaridad, se entienden estas actitudes en el sentido de seguir estrictamente las medidas para cuidarse y cuidar a los otros. En nombre del cuidado al prójimo parecen congratularse de los protocolos, los cambios de vida y la limitación de libertades; y no sólo eso, al parecer desearían profundizarlas en aras de la conciencia y la responsabilidad, incluido el adquirir seguros de vida y de enfermedad. En general hay una mirada que coincide con la apuesta por la seguridad (Bauman, 2007) y cierta idea de inmortalidad (Harari, 2016).
El limitar contactos es esbozado como parte del futuro mejor; se apuesta por la distancia social como algo que “llegó para quedarse”.
En cuanto a la conciencia social en el sentido económico también se expresa, aunque en principio aparentemente contradictoria con la sanitaria, que es la predominante, como se está dejando claro en estas páginas.
Se habla de gente más reflexiva, pero no hay que confiarse, ni siquiera después de la vacuna, es decir, se considera que esto es un proceso de largo aliento con convicción y aceptación plena. Lo cual recuerda a la producción de sujetos sujetados a efectos del saber/poder de Foucault (García, 2011) y la nuda vida de Agamben (2021), que presentó en varias de sus obras, y retomó y subrayó en artículos de 2020 y 2021 que finalmente recopiló en un libro.
No hay que olvidar que hoy el público sobrepasado de información y obligado al consumo acrítico de noticias, observa los acontecimientos mundiales como espectáculo y los mensajes mediáticos funcionan como las cosmologías o visiones del mundo con apariencia de sentido, articula tiempo y espacio, y construye perspectivas, cosmologías liberadoras o autoritarias que se dirigen a la población en su totalidad y explican todo, es decir, controlan todo, conformando la conciencia del ser humano (Augé, 2018). El reino de las imágenes de Sartori (2004) y el poder mediático (González, 2020) son palpables. Al parecer lo sanitario y la sobrevivencia ocupan casi todo el espectro considerado positivo del cambio, focaliza la atención, no hay espacio para lo social o la vida. Como señala Han (Retamal, 2021), en la sociedad de la sobrevivencia se pierde la experiencia comunitaria y el sentido de la buena vida, se destruye la dinámica colectiva, por lo que es posible concluir que hay no solo un problema sanitario sino social. Por otra parte, esta confianza en la ciencia médica, que hoy parece religión (Agamben, 2021), quizá en el futuro se deposite en la robótica y la inteligencia artificial como vaticinó Attali (2006) cuando afirmó que la humanidad empezó sin médicos y terminará sin ellos al tecnificarse y mecanizarse la medicina. Algo que también gusta decir Harari (2016).
Cambios para peor: la economía, desempleo y precarización
Sobre las transformaciones consideradas no satisfactorias o negativas, fue menor el número de personas que las señaló. Aparece el desempleo, la desigualdad y la pobreza, vinculada a la delincuencia e inseguridad.
Por otro lado, está la situación emocional donde aparece el estrés, e incluso se apunta el suicidio. Ambas cuestiones se han incrementado en México y en el mundo.
De los dieciocho sujetos que anotaron “cambios a peor”, solo uno señaló el no saludar de beso, otro la distancia social y el cubrebocas, y un tercero el que en el futuro casi todo se hará en línea, desde una posición de aceptación.
También algo considerado negativo son las personas no conscientes o irresponsables, es decir, las que no siguen las medidas sanitarias, situación que se reiteró en varias ocasiones.
Cambios para mejor y para peor
Un pequeño grupo apuntó cambios en ambos sentidos ya que, básicamente conjugaron en su pronóstico futurista, por un lado, los negativos sobre la economía, desempleo y pobreza -que tal vez con el tiempo, los que logren adaptarse, se reajustarán, renovarán y mejorarán-, por el otro, las mejoras en higiene y sanidad y la tecnología. Remarcaron la capacidad de adaptación y su despliegue en el porvenir.
Es importante recordar que la idea de futuro surge de los miedos y carencias presentes. El mundo global parece abocado a ser dominado por una suerte de aristocracia global de conocimientos científicos y tecnológicos, mientras la mayoría de la gente se dedica al consumo mediático falso del saber (Augé, 2018). En todo caso, la captura y orientación de opinión parece clara (Agamben, 2014), por no hablar de la opinión publicada mediatizada (Gil, 2003). La mirada positiva predomina, signo de resiliencia y aceptación del estado de las cosas con todo lo satisfactorio que esto significa, junto al seguimiento de ideas modeladas de pensamiento grupal (Harari, 2016), por no señalar el pensamiento de grupo (Tajfel, 1984). Además, como se observó, hay quien busca lo positivo en lo negativo en tiempos revueltos (Escobar, 2020).
Qué imaginas que pasará en lo económico
Se decidió preguntar de manera puntual cómo se imaginaba el futuro desde el ámbito económico pese a que dicho tópico se había incluido en las preguntas generales, debido a que se consideró importante profundizar en este aspecto para que no quedara semi oculto por las cuestiones sanitarias sobre las que todo mundo parece depositar la prioridad, conoce y desea opinar, en una demostración de estrechez de la capacidad cognitiva de atención.
Los problemas de empleo y el quiebre o zozobra de negocios, especialmente el perjuicio de pequeñas y medianas empresas y el sector informal sobresalen; lo cual repercutió en la caída del PIB, la subida de precios e impuestos y la baja en el poder adquisitivo, todo ello según las narraciones, mismas que señalan su vigencia y aseguran continuidad en el porvenir. Varios autores subrayan la tormenta económica que se avecina tras la pandemia (Delgado, 2020; Sousa Santos, 2020).
Se apunta directamente a la crisis y la depresión o recesión, al aumento de la pobreza y la desigualdad social, incluso se prevé la recuperación en varios años. Las riquezas económicas, y el poder, cada vez parecen estar en menos manos y los metacapitalistas las concentran (Luckas, 2020); así como el poder que ahora está sobre los gobiernos y estados, agrupado en ciertos grupos o élites globales, mismas que cada vez ostentan mayor riqueza (Han, 2014; Agamben, 2021).
Se considera que todo mejorará si se sale y se adquieren bienes o servicios, y que la recuperación económica será consecuencia de la vacuna. Aparece también la mención al apoyo de la economía local, en este sentido hay quien apunta que la crisis es una oportunidad frente al cosmopolitismo global para anteponer el arraigamiento local (Esteva, 2020).
También hay un grupo de emprendedores que presentan una actitud positiva de renovación, resiliente y adaptativa a las actuales circunstancias. La era de las nuevas tecnologías y la digitalización parece haber llegado, o por lo menos iniciado, y es el futuro anunciado con relación a la economía.
Curiosamente, una persona menciona que sólo las grandes empresas y las farmacéuticas han ganado en la crisis actual. Sorprende la confianza depositada en dichos sectores, antaño sujetos a ciertas críticas, tal vez consecuencia de una ciudadanía débil y que, al parecer, acepta todo (Agamben, 2021). O quizá es fruto del pensamiento grupal (Tajfel, 1984) diseñado desde el poder, hoy transnacional, que parece dominar el mundo, donde la libertad, igualdad y justicia se desdibujan o se califican de anticuadas en la era de la posverdad (Harari, 2019).
Qué sucederá en lo laboral
Si bien lo laboral es parte de lo económico, se invitó a imaginar el futuro en dicho aspecto, se trata en concreto del empleo y de algo más personal. Como ya se vio en puntos anteriores, desempleo y despidos parecen dibujarse en el horizonte, precariedad y explotación también (Neilson y Rossiter, 2008).
En segundo lugar, y con el mayor número de respuestas, apareció y se reiteró el señalamiento de las nuevas formas de home office, el trabajo en casa online que facilitan las tecnologías y la digitalización en general.
Hay que readaptarse y reinventarse apuntan algunos relatos en el sentido del cambio laboral futuro, sus retos y oportunidades.
Finalmente, hubo quien apuntó la necesidad de una reforma laboral, con objeto de proteger el empleo, así como cambios en varios aspectos.
Y qué pasará con la política
Con objeto de profundizar y ampliar los testimonios se interrogó sobre política. La respuesta más reiterada y socorrida fue “nada va a cambiar” o, lo que es lo mismo, “todo seguirá igual”. Sorprende cómo en preguntas anteriores, particularmente en las de economía y trabajo, la exposición sobre el futuro giró en torno al cambio, sin embargo, en la arena política la mayoría consideró que no sucederá ninguno; y cuando en un par de ocasiones se señaló que sí lo habrá, las oraciones se conjugaron en condicional “debería” y no en futuro.
“No pasará nada y todo seguirá” esto es así porque, según explican, la clase política solo se preocupa por sus intereses y privilegios, manipula y roba, es decir, lo que hace es en su beneficio. Lo anterior recuerda a Agamben (2014) cuando señala que el pacto social se rompió y la política sólo trabaja para su propia reproducción. Como también es posible reconocer la afirmación de Bauman (2017) en el sentido que hay un divorcio entre política y poder, pues este último está en manos de instancias globales. Y es que de la biopolítica de Foucault parece haberse pasado a la psicopolítica de Han (2014). En todo caso hay quien considera que nada cambiará tras la pandemia y no solo en el ámbito de lo político (Lipovetsky en Hidalgo Pérez, 2020).
Es más, a los políticos no les importa la salud, la gente ni el pueblo. Incluso hay quien culpa al gobierno por la pandemia. Debido a su incapacidad seguirá la crisis, según dicen, y los que puedan sacarán provecho, añaden.
Como excepción cuatro personas apuntaron que “debería” de haber cambios, o que el gobierno estaba ayudando, cambios necesarios y profundos, según unos para mejorar; otros indicaron que la política debería apoyar las nuevas necesidades de bienestar y salud. También una persona señaló que la pandemia perjudicó los proyectos gubernamentales.
Esperanzas y desesperanzas concretas: cómo imaginas el mundo que vendrá en el futuro
Finalmente, tras revisar la mirada futurista de transformaciones -en el caso de la sanidad enfocadas a ‘mejor’, en lo que refiere a lo económico encaminadas a ‘peor’ y en el ámbito político percibidas como nulas- se formuló una pregunta abierta con el propósito de invitar a los entrevistados a imaginar el mundo del mañana y sus posibilidades.
Todos imaginaron un futuro diferente, la mayoría con cambios, algunos no drásticos o rápidos, otros sí. Pero se afirma con seguridad que “nada será igual” y “no regresaremos” a lo de antes a nivel internacional. Lo que concuerda con discursos del Foro Económico Mundial y de líderes políticos. De nuevo, aparecen dos campos semánticos y la categoría de conciencia en salud y de crisis en empleo, grosso modo. En ocasiones se señalan las consecuencias emocionales. A veces se apunta a una suerte de evolución darwinista de las especies. Hay quien dice que se aplicará la nueva normalidad. En todo caso, se observan los mismos núcleos de sentido y tendencias semánticas anteriores, quizás expuestas de forma más amplia y honda. Resulta difícil, eso sí, descifrar e interpretar las consideraciones en el sentido de agrado o desagrado, pues se trata de expresiones descriptivas y afirmativas, con lo cual sobresale la actitud de aceptación, cuando no de consenso, e incluso de valoración positiva entre la necesidad y la obligatoriedad de lo que se considera la permanencia de la crisis sanitaria, sus medidas y consecuencias, y la nueva normalidad.
Lo que sobresale son las declaraciones insistentes que todo será diferente, nada será igual y se alude a la nueva normalidad que se despliega hacia el futuro con bastante normalidad, valga la redundancia. Lo que no parece tan claro es la intensidad y celeridad de los cambios según las opiniones recabadas. Eso sí, se detecta cierta mirada positiva, cuando no con beneplácito, hacia los mismos, como que hay obediencia hacia arriba y conformidad con los de al lado, toda vez que amplio consenso (Levine y Pavelchack, 2008).
El tema más numeroso, por lo tanto, el más importante o urgente, y del que ya se ha hablado varias veces, gira en torno a la salud e higiene, así como al cuidado del medio ambiente. En lo que se refiere a las medidas sanitarias, la actitud es de aceptación e integración, aplauso y necesidad de continuidad y profundización de estas.
Otro asunto destacado es la crisis económica y el desempleo, aquí sí aparece un discurso entre aceptación y desasosiego; la incertidumbre parece imponerse a veces con matices apocalípticos para el planeta, entre la información de la prensa o la cinematografía distópica.
En el terreno escolar y laboral, nuevamente, la aceptación de la escuela online y el home office por la mayoría de la población entrevistada queda reflejada en sus relatos. Parte de un futuro de distanciamiento social como una nueva forma de relación social (Agamben, 2021). El planeta interconectado por las redes digitales y las telecomunicaciones instantáneas, la globalización tecnológica y neoliberal es una realidad presente (Morin, 2011; Augé, 2018) que se proyecta intensificada al futuro y que la crisis pandémica ha potenciado y acelerado de forma exponencial en la vida individual y colectiva.
El mundo que viene será digital y a distancia, según dicen con disminución de la relación presencial. Lo que Agamben (2021) nombra como la nueva forma de relación social, la “conexión”, ya que siempre que se pueda los dispositivos digitales sustituirán el contacto humano en aras de resguardarse del supuesto contagio. Una suerte de enfriamiento social, que separa cuerpos, distancia afectos y se despliega en creencias y comportamientos de soledad y aislamiento.
Las emociones surgen, estas sí de forma insatisfactoria o pesimista, el miedo al contagio se reitera, y la ansiedad, depresión, irritabilidad e intolerancia, parecen ser lo que desequilibra o duele, producto de las circunstancias. El deterioro de la salud mental es un hecho.
Se aprecia positivamente la responsabilidad, en el sentido de seguir las medidas y protocolos de forma estricta para beneficio de la comunidad, según dicen. Así, la unión y la solidaridad identitaria se inclinan mayoritariamente por asumir las nuevas reglas de convivencia que ante el consenso se convierten rápidamente en hegemónicas, sin sombra de duda, crítica o desconfianza posible al discurso de gobiernos y medios de comunicación internacionales. Lo cual resalta la importancia de la pertenencia y la seguridad sobre la libertad (Bauman, 2017), parte de la ilusión grupal (Harari, 2016).
Existen miradas que invitan a apreciar lo que se tiene, mientras otras describen que sobrevivirán los más aptos y la población disminuirá en la nueva normalidad. Una suerte de discurso darwinista y eugenésico se interioriza. Eso sí, varios apuntan cambios considerados positivos y negativos a la vez, depende de los ámbitos sociales y las creencias de cada quién.
Perspectiva crítica o disidente al relato oficial casi no hay, solo resquicios en alguna narración al afirmar que los pobres serán más pobres y las potencias poderosas más poderosas, postura que podría ser considerada realista. A lo que hay que añadir el testimonio que dice que todo seguirá igual “si es que hay futuro”, con una mirada y expresión claramente irónica y pesimista. También hay quien apela que se vivirá en el mundo que se quiera vivir, dejando una grieta de soberanía y libertad.
Finalmente, una visión de esperanza y optimismo, como actitud ante la vida y el cambio, y la consideración del aprendizaje y experiencia para mejorar, para ir cerrando este recorrido de testimonios.
Como se observa, los cambios positivos en el futuro se relacionan con la salud, mientras que los negativos con la economía. En todo caso, predomina la idea de que en general serán mayoría los primeros, así como la completa creencia en que todo será diferente y que la nueva normalidad llegó para quedarse, al igual que las medidas sanitarias y los cambios laborales y educativos que generaron. Esta idea de la permanencia, o incluso de la consideración de que llegarán nuevas pandemias, parece arraigada en discursos oficiales y análisis académicos (Sousa Santos, 2020). Eso sí, lo que puede ser positivo para unos no necesariamente lo es para todos, no obstante, lo positivo se posiciona en primer lugar, con una mayor aceptación, resiliencia y conformismo con lo que las organizaciones internacionales, gobiernos y medios señalan que hay que hacer y sobre cómo será el porvenir del planeta. Por un lado, podría hablarse de consenso o de hegemonía, por el otro de conformismo (Levine y Pavelchack, 2008), o incluso de principio de realidad, porque no hay que olvidar que cada uno elabora su mirada sobre el mundo y la vida (Husserl, 1998).
Así, podría decirse que las actitudes cognitivas, emocionales y comportamentales, se inclinan hacia la aceptación e integración, hay pocas miradas apocalípticas y casi ninguna crítica. Las actitudes son positivas y optimistas en general, aunque no falta la visión más pesimista o negativa, pero residual. Una percepción que recuerda los pronósticos del historiador divulgador del futuro Yuval Noah Harari (2019) que combina la loa a la biotecnología, robotización e inteligencia artificial con la descripción de la imposibilidad de justicia, igualdad y libertad, dibujando un porvenir ya creado al que se tiene la opción de adaptarse para sobrevivir, toda una loa al transhumanismo.
Esta mayoritaria homogenización de pensamientos y actitudes, en casi completa sintonía con el discurso mediático internacional, recuerda a las posiciones de Umberto Eco (2010) ante la cultura de masas con los apocalípticos e integrados, siendo los primeros críticos de la homologación, manipulación, construcción emocional, pensamiento superficial, visión acrítica y pasiva, mitos y estereotipos y paternalismo; mientas que los integrados la consideran agente de información y formación, necesidad de entretenimiento, sensibilización de audiencias y apertura al mundo. También resulta imposible no pensar en Sartori (2004) que subraya el poder político de la televisión, la formación de opinión mundial, la realidad virtual y lo que él llama el paso del homo sapiens al homo videns. Claro que a este último lo han calificado también de homo demens (Morin, 2011), e incluso de homo deus (Harari, 2016).
Conclusiones
“Y cuando el futuro aparece, se muestra bajo la forma de un
dispositivo, expresado en discursos social y culturalmente
configurados, que obedecen a maneras más o menos
específicas de generar sujetos, y que por ello afectan
directamente tanto las identidades como las subjetividades”
Figueroa, 2018, p. 184.
Aquí se observan núcleos de sentido y tendencias o constantes semánticas que parecen estar conforme y en sintonía con el discurso hegemónico social mundial sobre el tema del COVID-19, la pandemia, la sanidad, y la visión de futuro que se tiene al vivir en esta coyuntura. Así, la peligrosidad del virus es evidente, existe un acuerdo en la necesidad y oportunidad de las medidas sanitarias; se considera que estas “llegaron para quedarse” y proseguirán en el tiempo desplegándose en los cambios sociales, y siendo parte de las formas de vida de la “nueva normalidad”, como en general se afirma. Se reitera la importancia de la conciencia y se apela a la responsabilidad con objeto de seguir defendiéndose del virus privilegiando y fomentando la salud, desde el uso del cubrebocas hasta la sana distancia, incluida la valoración positiva de las transformaciones que conlleva la escuela en línea o el trabajo en el hogar. La crisis económica, el desempleo, la pobreza y la desigualdad social son consecuencias negativas, pero, al parecer, predomina la nuda vida por encima de todo (Agamben, 2021).
Como se vio y reiteró, la salud es primero. La higiene y el aseo, las medidas sanitarias y sociales son lo más importante; las transformaciones laborales y sociales parecen ser en general bienvenidas, con pocas excepciones y algunas miradas críticas por la crisis, desempleo y supervivencia, o los desequilibrios emocionales que propician. La peligrosidad del virus y la mortalidad de la pandemia por COVID-19 no se pone en duda, hay un acuerdo entre organismos internacionales, gobiernos, científicos, médicos, académicos, periodistas y la población en general.
Algunos autores apuntan e insisten que en los últimos tiempos ha tenido lugar una suerte de transición de la sociedad disciplinaria a la sociedad de seguridad y control, donde los dispositivos de las nuevas tecnologías van más allá del modelo de panóptico y encierro, llegando al sinóptico en el sentido de Bauman “lo que permite a muchos ver a pocos, matriz a través de la cual se procesan los nuevos sujetos consumidores de la sociedad del espectáculo” (García, 2011, p. 6). Y, ciertamente, la actual parece ser una sociedad del espectáculo (Debord, 2009). García (2011) añade que los nuevos dispositivos no remplazan a los viejos, sino que los subsumen. Se reitera que se pasa de una sociedad disciplinaria de sujetos productores a una de control de consumidores, donde producción-consumo y disciplina-control coexisten. También se detectan tendencias hacia la homogenización y estandarización cultural (Morin, 2011), no podía ser de otra manera en el cosmopolitismo global actual (Harari, 2019).
Si bien la problemática económica sobresale en algunos espacios laborales -como en el sector informal, el quiebre de negocios, el perjuicio de pequeña y mediana empresa, trabajos mal pagados, etc.- el aspecto sanitario es prioritario, se reitera la nuda vida, una y otra vez (Agamben, 2021). La crisis económica se acentuará, pero la sanidad mantendrá las medidas necesarias, y todo cambiará con el tiempo para bien, se adaptarán empleos y costumbres. La conciencia de la gente sobre la salud resulta más importante que la propia economía, incluso a costa de limitar la convivencia, la libertad y mantener la distancia social, como algunos testimonios puntualizan o enfatizan, con una supuesta aceptación, cuando no adaptación aparente a los nuevos hábitos y rutinas. Es importante remarcar que se trata de lo que dicen que hacen, y de una reproducción del discurso del ser, según el clima emocional y la percepción de la opinión pública reinante.
El dispositivo produce la “disposición de una serie de prácticas y mecanismos que ante una urgencia, tienen como objetivo conseguir un determinado efecto que la cancele, la neutralice o la normalice” (García, 2011, p. 7). El dispositivo es “un régimen social productor de subjetividad, es decir, de sujetos-sujetados a un orden del discurso cuya estructura sostiene un régimen de verdad. De ahí que la familia, la fábrica, el hospital, la escuela, el cuartel, la iglesia, el club de fútbol, el partido político, la universidad, son dispositivos, pero también lo son el teléfono celular, la televisión, la radio, el teatro, la literatura, y el cine. Cada dispositivo tiene su función específica y a la vez conforman entre todos una ‘red de poder-saber’ que los articula, los complementa y los potencia mutuamente” (García, 2011, p. 7). La homogenización actual de los medios globales contribuye también (González, 2020).
Si bien aquí se eligió el concepto de “dispositivo”, varios autores con diferentes perspectivas apuntan hacia el control de pensamientos, emociones y comportamientos desde el capitalismo de la vigilancia (Zuboff, 2020), al control social y mental (Baños, 2020), o la sincronización de la vida individual con las ilusiones colectivas como eufemismo (Harari, 2016), que se mencionó con anterioridad, y que rememora el contagio emocional de la psicología de masas y de los públicos (Tarde, 1962; Le Bon, 2005).
Si el futuro como dispositivo crea subjetividades ¿qué red de saber/poder está creándolas hoy? ¿qué subjetividades se están generando entre sujetos y dispositivos actuales? ¿tendrá razón Agamben cuando apunta al dispositivo de bioseguridad -que combina religión de la salud con estado de excepción- imperante y que dominará el porvenir? ¿los vaticinios de Han (2020) con relación al creciente autoritarismo digital global o la futura dictadura tecno digital también cobrarán realidad futura? Cada quien puede opinar lo que considere, no obstante, sí parece haber una dogmatización de la ciencia y la medicina por los grupos de poder, así como, una confianza ciega en ambas por la mayoría de la población, ello acompañado de una aceptación total de los cambios considerados en su mayoría positivos, con excepción de los perjuicios económicos.
La necesidad del cuidado de la higiene personal y el medio ambiente dominan el discurso; la adaptación a las limitaciones de vinculación y convivencia parecen claras, incluso la prioridad climática o la ley del más fuerte aparecen en los discursos. Por lo que, en términos de Agamben (2021), se trata de una ciudadanía dispuesta a sacrificar economía y libertades en favor de la nuda vida. También puede ser una ciudadanía que acepta el nuevo orden mundial y comparte las restricciones de libertad, igualdad, justicia y verdad, como adaptación a una ideación del provenir que va calando en el pensamiento grupal; porque, como afirma Harari (2016), el pensamiento individual y racional es un mito y las ideas se moldean por lealtad al grupo ¿Sabrán que sus nociones de futuro no son suyas y son irracionales?
Lo que sí parece conclusivo es que la mayoría de la población consultada aplaude y apoya las medidas sanitarias de cuidado, las sociales de distanciamiento, las digitales en el trabajo y las de educación. Sobrevaloración de la salud y aceptación total de los protocolos con la idea de proseguir en la misma dirección en el porvenir. Las diferencias entre Italia y México en el ámbito político son notables, no obstante, el sentir de la gente en varias latitudes puede llegar a ser similar al tratarse de una problemática internacional con una narrativa única global dominante.
¿Qué pensaría Bauman (2013) de la situación actual, la vigilancia líquida se estará solidificando? ¿Qué diría Arendt (1993) de un mundo donde la mismicidad biológica o la sobrevivencia prima sobre la creatividad y la política? ¿Ha triunfado realmente la nuda vida de Agamben (2021)? ¿La gente sabrá que sabe menos que lo que cree como afirma Harari (2016)? El dispositivo de futuro del discurso de la nueva normalidad y el futuro que se crea día a día ¿coincidirán?
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Notas
1 En la transcripción de las entrevistas se pondrá “h” para hombres y “m” para mujeres, la edad, y las iniciales de la alcaldía conforme a esta tabla, es decir, al referirnos a una mujer de 19 años originaria de Milpa Alta, se anotará: m 19 MA.
2 Según una entrevista realizada a Foucault en 1977.
3 Foucault toma el concepto de “positividad” de Hegel, como creencias, reglas, instituciones, ritos impuestos a individuos desde fuera en determinado momento histórico. También relacionado con “gestell” de Heidegger, como aparato. Y referente al latín “oikonomía”, conjunto de praxis y saberes, instituciones y medidas, con objeto de gestionar, gobernar y controlar comportamientos, gestos y pensamientos (Agamben, 2014).
4 En este sentido, retoma el triunfo de la “oikonomía” con el eclipse de la política con sujetos e identidades redes, que se troca en la actividad pura de gobierno que solo busca su reproducción. Sorprende la certera descripción y reflexión aplicable a la situación de la segunda década del siglo XXI.